Isidoro Brocos nos muestra en este dibujo realizado en lápiz grafito y compuesto, su gran conocimiento de la anatomía humana al representar unos desnudos con gran maestría, evocando los clásicos helénicos y modelando el cuerpo con intachable perfección.
En el anverso, nos encontramos un dibujo de un hombre maduro desnudo y de espaldas, apoyado en una columna sobre su brazo izquierdo y dando un paso al frente con el brazo derecho alzado. Esta postura transmite dinamismo a la escena y todo ello, lo realiza con gran fidelidad, copiando la musculatura del hombre con detallismo. Otro aspecto a destacar, es el uso de luces y sombras en el dibujo que envuelven el cuerpo. El fondo ennegrecido hace resaltar la figura y su colocación espacial.
En el reverso, se encuentran dos dibujos, también de desnudos masculinos realizados con mucho menor detalle que el anterior. En primer término, un hombre de frente, apoyado en una columna con la cara ladeada hacia la derecha, que junto con su brazo izquierdo se alza al cielo. Su cara concentra toda la expresividad, junto con las manos. En la obra de Isidoro esto era característico, ya que eran los elementos particulares los que remarcaba con mayor ahínco. En segundo término, hay un estudio/boceto de otro hombre desnudo de pie, en posición ladeada, mostrándonos su perfil derecho. En esta obra, Isidoro juega con la perspectiva, manejando para ello mayor o menor profundidad en la concepción de las luces y las sombras.