La abstracción geométrica de Labra pasa en estos momentos por el desarrollo de formas elementales y combinaciones geométricas, que encuentran su sentido en función del conjunto. Las formas como el triángulo, el huevo o el círculo, se repiten constantemente en un ritmo combinatorio, conformando un simbolismo geométrico, caracterizado por el dinamismo y la vivacidad, y en el que espacio y forma ejercen una tensión comunicativa. El espacio es el campo donde se desarrolla la tensión entre el ángulo y la curva. Para el artista, "tener en las manos una materia que puedes tensar y destensar, que sientes en su propia realidad y establecer con ella un diálogo al curvarla más o menos, es emocionante". Asimismo, incorpora materiales que le otorgan a la obra un nuevo valor plástico, como maderas, hilos y alambres, y nos introducen en un ámbito tridimensional creando, al mismo tiempo, su propia entidad física. Estas inclusiones responden a la influencia de la estética industrial y de ese interés de Labra por la integración de las artes.