Una de las premisas de Atlántica fue la necesidad de reencontrar las raíces, recrear mitos arcaizantes y saberes antropológicos, de ahí que Freixanes utilice estos símbolos como una mezcla de violencia y poesía.
Una de las premisas de Atlántica fue la necesidad de reencontrar las raíces, recrear mitos arcaizantes y saberes antropológicos, de ahí que Freixanes utilice estos símbolos como una mezcla de violencia y poesía.
Pertenece a los comienzos de su carrera artística en los años ochenta. El arte gallego de esta década se caracteriza por la figuración expresionista y el colorismo acentuado de tinte fauve. Una de las premisas de Atlántica fue la necesidad de reencontrar las raíces, recrear mitos arcaizantes y saberes antropológicos, de ahí que Freixanes utilice estos símbolos como una mezcla de violencia y poesía. En un plano medio dibuja a un hombre de gran tamaño tapado en parte por una figura de menores dimensiones situada en posición horizontal a la altura de su boca. En la parte inferior dibuja una cenefa de personas, apenas perfiladas, en posición fetal. Esta iconografía puede remitir al pasaje mitológico en el que Saturno devoraba a sus hijos recién nacidos para evitar así que se cumpliese la predicción según la cual uno de sus hijos lo superaría en grandeza, acabando con su vida. La textura del papel, sin tratar, domina la composición, animada por el uso instintivo del color a base de colores primarios: azul y amarillo. El blanco utilizado como veladura y el negro, con una pincelada más fina y precisa, perfilan el dibujo. La gestualidad del trazo que hace referencia al action painting, entendiendo la pintura como continuación del impulso vital donde la acción y el ritmo son motores primordiales del acto creativo. La representación se dinamiza por la convivencia, en igualdad de condiciones, de la materia y el concepto.