Representa, en primer término, un carruaje de caballos, estáticos y reproducidos de un modo muy esquemático y geométrico. Como fondo del dibujo, un palacio medieval de la ciudad de Brujas, con su arco de entrada apuntado remitiendo al gótico flamígero del norte de Europa y con las ventanas del mismo estilo. El dibujo está realizado a lápiz, marcando las formas y siluetas, que son rellenadas por los colores de la acuarela.