El paisaje de Galicia es representado magistralmente por Lloréns, que lo muestra desde una concepción humanística, con la que pretende retratar el alma de los campos, ríos y mares gallegos. En primer plano, sitúa un gran árbol descentrado que llama nuestra atención, enmarca la escena y orienta nuestra mirada hacia un fondo más claro. El camino que nos acerca al río, al fondo, contribuye a crear la sensación de profundidad. El cuadro está realizado en tonos cálidos, con una pincelada amplia y emplastada. La temática y la situación de los elementos que conforman la composición, recuerdan al paisajismo de Constable.