En 1918, Francisco Lloréns contrae matrimonio con Eva Rodriguez. Es una época de constantes viajes por Galicia, en los que el pintor toma apuntes para sus obras paisajísticas. Este dibujo, es fruto de un viaje del matrimonio a Combarro. Lloréns selecciona una visión panorámica del paisaje para poder captar lejanías, masas y efectos de luz. La composición se divide verticalmente a través de la torre de la iglesia, que funciona como eje y motivo principal de la misma.
En primer término, el mar funciona como eje horizontal, a la vez que le permite prestar atención a los efectos lumínicos de los reflejos de luz en el agua, que también contribuyen a equilibrar la composición. En el plano medio sitúa el caserío, representado como un conjunto de volúmenes geométricos superpuestos, con los que crea profundidad, reforzada en la parte derecha del dibujo mediante una arboleda. Como es habitual en estos bocetos más elaborados, el sombreado crea el volumen, destacando e individualizando cada elemento.