En calidad de pensionado de la Academia Española de Roma viaja a Capri, donde realizó varios dibujos entorno al mar y varios óleos. Entre ellos destacan Entre rocas, Mar de Capri, con el que obtuvo la segunda medalla en la Exposición Nacional de Buenos Aires, o La capilla Saint Michel de Capri de 1905 que su hija Eva Lloréns donó a la Fundación Pedro Barrié de la Maza. Pese a pertenecer al grupo de obras que realiza al principio de su carrera artística, comprobamos que las características propias de su pintura ya están definidas. En este caso, describe una panorámica de una zona de acantilados, captados desde un punto de vista elevado. Compositivamente recurre a las recetas académicas del paisaje, fija el primer plano mediante un grupo de árboles y sombra, y continúa marcando los distintos planos a través del juego de luces y sombras, que van dando forma a los distintos componentes de dibujo. De este modo crea la perspectiva a la vez que juega con las masas y efectos de luz. Esta época de viajes por Europa, fue de enorme importancia para su pintura, aportándole un bagaje histórico- artístico que termina por plasmar en sus obras. De los macchiaioli italianos toma el contraste lumínico, así como las altas líneas de horizonte y los formatos apaisados. De los paisajistas holandeses, Constable y Turner, la claridad y el modo de crear atmósferas húmedas que luego desarrollará de manera muy personal en los paisajes de Galicia. Y de Corot y Barbizon el modo de crear paisajes en perspectiva jugando con las luces y las sombras. La educación pictórica que recibe en la Escuela de Madrid de la mano de Haes o Aureliano de Beruete continúa esta tradición. A partir de todos estos elementos, que se unen al aprendizaje junto a Sorolla, Lloréns crea su propio estilo que, cada vez más, orientará hacia la pintura paisajística.