Aprovechando sus veraneos en Galicia, Lloréns visita distintos lugares para trasladarlos a sus lienzos. Durante una visita al pueblo de Castropol, dibuja desde un alto la impresionante panorámica que se ofrece ante sus ojos. Realizado con líneas sutiles y con una variada paleta de colores, hábilmente combinada, sitúa en primer término la Ría y al fondo, sobre un montículo, el pueblo.