Esta obra resume el trabajo del autor durante el año 1992, cuando llevó a cabo un proceso de introspección, influido por el entorno en que se encontraba: Umbría (Italia), donde utilizaba como estudio una iglesia de estructura medieval en la localidad de Pissignano.
En esta pieza se conjugan las formas abstractas o, como el los llama, espacios espirituales, con grandes murallas de materia que las delimitan. La obra está ligada a otra forma ya clásica del autor, llamada La Casa de Aníbal, símbolo de la lucha antagónica entre Occidente y Oriente. Este antagonismo aparece representado mediante la división del cuadro en dos partes, en las que predominan respectivamente las formas en tonos negros y en color blanco.