Se trata de otro de los dibujos preparatorios para Palomares. Aquí plasma una abstracción de formas monstruosas, señalando el horror de la tragedia. Son seres espectrales, víctimas del trágico acontecimiento, que se retuercen ante la impotencia de verse ya muertos y no poder hacer nada por cambiar esta situación irreversible. El ambiente que recrea en este tipo de representaciones es totalmente onírico, al igual que en la obra final. Un paisaje surrealista que contribuye a la provocación de una emoción angustiosa en el espectador.