Esta obra pertenece a la primera etapa abstracta de Labra, donde todavía no se evidencia la tendencia a la geometría pura, protagonista de su producción posterior. Estos primeros trabajos, son estudios de experimentación no objetual, donde prima el color, la luz y la creación del espacio. En este ejemplo, el color y la luz son los protagonistas absolutos, creando un campo de estelas que flotan en el espacio, en líneas que se cruzan con una ordenada irracionalidad, y conforman un universo abstracto. Consigue un efecto óptico, un juego de espacios y profundidades, por medio del cromatismo y de la luz, llevando a cabo una investigación espacial, y dejando a un lado el mundo de las formas concretas para crear uno nuevo, de símbolos plásticos.