Mujeres y barco representa el mundo de marginal de los prostíbulos que Souto descubrió en París y que lo impactaron profundamente. Estos ambientes, que comenzó retratando con gran realismo, fueron plasmados en su madurez desde un nuevo punto de vista, poético y romántico. La paleta sobria, se basa en las tonalidades pardas, entre las que destacan los azules y plateados, que proporcionan luminosidad a la oscuridad de los ocres y pardos, manchados por el negro. El ensuciar los colores con negro, es habitual en la pintura de Souto, que tomó esta técnica de las pinturas negras de Goya y Solana, y que solo abandonará en las obras donde la explosión de color se convierte en único protagonista. El trazo enérgico y la pincelada empastada, proporcionan una gran densidad matérica, muy frecuente en todas sus obras. En la composición coloca las figuras contrastadas, una de frente y otra de espaldas, que introduce al espectador en la obra, a la vez que abre un punto de fuga hacia un paisaje portuario. El rostro de la muchacha que está de frente aparece con rasgos orientalizantes, ojos oblicuos muy desdibujados, cejas finas, pómulos salientes y excesivamente marcados. Esta mezcla de exotismo y tradición, le viene desde su primer viaje a París y se acentuará durante su estancia mexicana.