A partir de la revisión de los fondos de la Colección de Arte Cubano Contemporáneo Luciano Méndez Sánchez, la exposición Sueño de Navegante invita a realizar un recorrido por el arte cubano contemporáneo de los últimos cincuenta años; transitando por diferentes temáticas, estilos, soportes y autores que se han convertido en imprescindibles dentro del escenario plástico de la Isla. La diversidad y riqueza en esta Colección se traducen en la pluralidad con la que se relata la historia pasada y presente: a través de la esencia de las raíces, de la revisitación del “yo”, del sueño, y del propio viaje que supone la identidad.
Entrelazadas por una historia común, un tronco originario del cual, mezclado con otras raíces surgieron ramas de singularidad excepcional, la cultura cubana y la española poseen numerosos elementos en común. La idiosincrasia, muchas de las tradiciones, vocablos, refranes y maneras de ver la vida, son el fruto del flujo constante entre una tierra y la otra, que durante siglos, fraguó la relación entre estos dos países.
Entre Cuba y Galicia los lazos son igual de estrechos. Llegando a ser La Habana la segunda ciudad con el mayor índice de gallegas y gallegos fuera de España a principios del siglo XX; teniendo origen el himno de Galicia en La Habana; y confeccionándose la primera bandera gallega en Cuba; la relación entre ambos escenarios es innegable. De esta manera, se explica que una colección de arte cubano, entretejida por la mano de un coleccionista español -Luciano Méndez Sánchez-, pueda contar entre sus pasos con la presencia en suelo gallego.
El arte cubano responde a su contexto, en igual sentido que el arte contemporáneo cubano lo hace a su época. No obstante, las influencias de las que bebe son palpables, y desde Goya hasta Picasso, desde el mito africano hasta la herencia hispana, pueden ser apreciados en cada una de sus obras. Artistas cubanos y españoles han tenido como influencia semejantes referentes que luego han evolucionado hasta generar su propio discurso. Como ejemplo basta subrayar que el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba posee, hoy en día, la mejor colección de pintura del Siglo XIX español fuera de nuestras fronteras.
Artistas españoles de toda índole viajaron a tierras cubanas para poder entender y comprender todo su trabajo, pero no solo los artistas plásticos sino también literatos, bailarines, músicos, intelectuales… Comprender el arte cubano resulta casi imposible entonces sin tener en cuenta su origen y el constante regreso a las raíces tricontinentales de Europa, África y Latinoamérica. Producto de los innumerables préstamos que en estos viajes se han generado, se ha configurado, con los años, la identidad del arte de la Isla. El resultado final, enunciando al gran Fernando Ortiz, es el de un “ajiaco” cultural, en el cual la mezcla de sus componentes origina un producto final, tal cual la criollidad, traducido en cubanidad y que se viste de insularidad.
Ahora bien, más allá de estilos, técnicas o pertenencia a movimientos artísticos, algo que se plantea como un tronco común en el arte cubano es la presencia de su idiosincrasia. Una idiosincrasia única y singular, que, si bien encuentra puntos en común con otras culturas, pone de manifiesto quiénes somos y de dónde venimos. Y en esa búsqueda por aquellos elementos que afianzan la relación cultural e histórica entre Cuba y España el arte se ha convertido en un escenario donde palpar esas interconexiones. Un legado que hasta el día de hoy transita y viaja por la cosmogonía de sus creadores.
Uno de los rasgos que ha sustentado la creación y la cultura gallega ha sido precisamente su arraigado misticismo: sus creencias, sus mitos, parte de sus tradiciones que han quedado documentadas y que han trascendido a su literatura, su música, su arte. Ello también lo posee la cultura cubana, por un lado como parte de un legado, por los mitos y los ritos que fueron llevados a la Isla por quienes de Galicia y tantas otras regiones encontraron en esa otra tierra su nuevo hogar, o su sitio de tránsito; o por los constantes intercambios artísticos e intelectuales que en la Isla tuvieron lugar. Así como por esa mezcla que sustenta la identidad cubana, fundamentalmente aborigen, africana y española, que ha forjado una noción mística para los isleños y que, más allá de una actividad espiritual, se concibe como una actitud ante la vida, una manera de verla y una forma de vivirla, arraigada al propio ser.
Las y los artistas que posee la Colección de Arte Contemporáneo Cubano Luciano Méndez Sánchez, exponen con su imaginería visual y conceptual, esa manera individual, introspectiva y mística de entender la vida y entender la nación. Sus temas erigen sentencias, casi refranes ocultos de una cultura que en sus códigos opera con una sensibilidad inigualable para comprender y superar la existencia.