Tino Grandío nos muestra una escena lúgubre, oscura, en la que se representa un entierro. El artista emplea los tonos ocre y blanco para los personajes que participan en la escena, haciendo que destaquen en la oscuridad del lienzo provocando fuertes contrastes. Esto se incrementa especialmente en la primera línea de la escena, pues hacia el fondo los personajes se agolpan y se funden con la oscuridad.
Se trata de una obra atípica dentro de la producción del artista, que tiende hacia la abstracción.