Forma parte de una gran familia de artistas, siendo hija del escultor Leopoldo de Almeida, madre de la artista Joana Rosa y esposa del arquitecto y escultor Artur Rosa, se inicia en el mundo del arte trabajando en el estudio de su padre. Se licencia en pintura por la Escola de Belas Artes de Lisboa, donde comenzará a experimentar con las diferentes disciplinas artísticas, realizando un trabajo muy rupturista. Estas investigaciones en los diferentes campos son las que llevarán a Helena Almeida a tener esta visión del arte que trasciende las fronteras, haciendo que su obra no se defina como una sola disciplina, sino que desdibuja los límites existentes entre ellas, creando un híbrido entre fotografía, performance, instalación y pintura. Los años 70 traerán la internacionalización de la artista a través de grandes exposiciones internacionales en Berna, Basel, París o Bruselas.
Tras un periodo discreto en cuanto a la proyección de su trabajo, en proceso de transición y experimentación con la pintura y la escultura, en 1998 presenta la exposición “Entrada Azul” en la Casa de América, en Madrid, integrada en el ciclo “Miradas Atlánticas”, organizada por el Instituto de Arte Contemporánea, convirtiéndose en una revelación para muchos críticos y comisarios internacionales. A partir de este momento, la artista estará presente en sucesivas exposiciones internacionales, destacando una muestra de trabajos en el Drawing Center de Nueva York, su participación en la Bienal de Sidney y la importante exposición antológica Pés no Chão, Cabeça no Céu, presentada en el Centro Cultural de Belém, en Lisboa. Después de ser la representante portuguesa en el año 1982 en la 40ª Bienal de Venecia, vuelve a participar en la edición de 2005 donde presenta la exposición titulada Intus.