Washington Barcala (1920-1993) nació en Montevideo, en una familia de clase media de origen español e italiano. Estudió en el Círculo de Bellas Artes de su ciudad y visitó el estudio de Joaquín Torres García, quien le dio algunos consejos.
Durante sus primeros años de formación (1946-1950) su pintura figurativa recibió numerosos galardones en los Salones Nacionales de su país. En los años cincuenta viajó por Europa donde entró en contacto con los movimientos de vanguardia. Estudió en Madrid en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero pronto regresaría a su Uruguay natal. Tras varios años de inactividad plástica, su pintura da un giro radical entre 1961 y 1964: se inclina ahora hacia un estilo expresionista, de corte abstracto, relacionado con el informalismo europeo. Tras haber abandonado y retomado varias veces la pintura, en 1974 vuelve a España. Precisamente, lo mejor de su producción pictórica —por su estilo personal y coherencia— pertenece a los años madrileños; una etapa de síntesis de constructivismo y expresionismo, en la que adquiere cierto prestigio entre galeristas, artistas y crítica.
La carrera de Washington Barcala fue siempre discontinua, interrumpida en numerosas ocasiones debido a su falta de confianza y dominado por la autocrítica que lo llevó en más de una ocasión a hacer desaparecer sus obras con el mismo furor con el que las había creado. Así mismo, cabe señalar que en vida del pintor, ni el coleccionismo ni las instituciones llegaron a prestar atención a su trabajo. Este hecho le llevó a vivir y trabajar en la discreción y morir ignorado por el gran público. Pese a todo, hoy en día su obra se expone en importantes instituciones museísticas, como el MoMA de Nueva York, MNCARS (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía) de Madrid o el Museo Patio Herreriano de Valladolid, entre otros.