La pasión que Jerónimo Brigas sentía por la escultura nació “de modo natural”, ya que de pequeño se fabricaba sus propios juguetes. Fue a la escuela, pero por poco tiempo, puesto que comenzó a trabajar en la construcción siendo todavía un niño. Aquí empezó a conocer nuevos materiales y a trabajar con nuevas piezas. En la Escuela Comercial da Guarda, donde estudió electromecánica, tuvo contacto con el hierro.
Comenzó a exponer en la década de los setenta en su ciudad natal, junto con otros artistas del momento. Poco después emigró a San Sebastián, donde trabajó en los barcos pesqueros, alternando esta actividad con la escultura en madera. Aquí tuvo contacto con escultores vascos.
Su técnica es muy depurada, aunque un poco rústica, aprendida en parte de los escultores portugueses en piedra. Los viajes que realizó por España, Francia, Venezuela y Suráfrica le permitieron conocer otras culturas y materiales que repercutieron en su obra. La principal temática de su trabajo son las tradiciones del pueblo portugués y la experimentación y conocimiento de otras culturas. Hay una pervivencia cubista en su obra, en parte debida al material que utiliza, pero también por la influencia de la escultura negra africana.
Además de la actividad escultórica, realizó dibujos que tienen cierto paralelismo con sus obras en piedra, con un trazo continuo y un cierto horror vacui.
Hasta su muerte, Brigas vivió en un pueblo próximo a Salamanca, aunque también tuvo un taller en Zamora. Siguió en contacto con su ciudad natal, que visitaba en numerosas ocasiones, pero el propio artista admitía que le gustaba más el ambiente artístico que encontraba en España, donde tenía contacto con más artistas.