Esta obra pertenece a un ciclo dedicado a Rut y Booz, que Campano realiza entre 1989 y 1992. En esta etapa el artista abandona el color para realizar una pintura donde el blanco y el negro son los únicos protagonistas. El punto de referencia para esta serie es el cuadro El Verano de Nicolás Poussin, de donde toma los personajes, que más tarde hace propios, representándolos de forma básica y esquemática, siendo su esencia lo más importante.
En estas obras bicolores la pintura negra, se aplica en manchas compactas y de un modo directo, sobre el blanco de preparación de los lienzos. La figuración se diluye y acaba por desaparecer, dejando paso a través de un trazo básico y esencial, a formas geométricas simples o esquemáticas, donde la materia acaba siendo lo más destacado. En ocasiones, Campano lleva las dimensiones a un nivel fuera de escala, intentando llenar todo el espacio de la composición, sólo con la presencia de la pintura, evitando que el espectador realice una lectura en conjunto e identifique formas y personajes. Utiliza la parte como un todo aunque, a veces, el todo se presenta como un fragmento provocando que sus cuadros se enlazan en distintas combinaciones, como en este díptico.