Composición cubista con botella fue pintada hacia 1918, dentro de su periodo cubista, que duró de 1916 a 1919. Es, sin duda, una de las pinturas que mejor resume las cualidades de la artista durante esta etapa, si bien se trata de obras que, por la corta duración de su trayectoria (tan sólo cuatro años), son muy difíciles de encontrar. María Blanchard fue una de las grandes representantes del movimiento, con una obra consolidada y un lenguaje muy personal. Seguramente, la buena acogida que le dieron los artistas cubistas ayudó a que asumiera el estilo sin dificultad, adaptándolo a su modo de ver el arte.
Esta obra denota el influjo de su amigo Juan Gris, en el modo “clásico” y ordenado de construir el lienzo; sin embargo, más allá de esas influencias, Blanchard aportó una sensibilidad a sus obras que se revela en su personal modo de aplicar la pintura, pastosa y táctil. Además, muestra un cubismo muy evolucionado, donde, gracias a un marcado dibujo, los diferentes objetos se descomponen en planos de color que hacen del cuadro una composición puramente geométrica.
Tiene todos los elementos para llegar a ser una obra abstracta, pero la sutileza de la artista propicia que con muy pocas líneas todos los objetos que están representados en la obra (la botella, la copa, el frutero, el libro, las tijeras y la mesa) sean perfectamente reconocibles. Blanchard consiguió en esta obra crear una estructura geométrica pura sin renunciar a representar el mundo real.