La historia del arte es para Miquel Navarro un mundo lleno de referencias al que acudir en busca de conceptos e ideas que le ayudan en la conformación de su escultura. Así, en frente a la tendencia seguida por otros escultores contemporáneos, Navarro retoma la escultura con alusiones figurativas, antropomorfa t monumental, como un entre solido más allá de conceptos espaciales, paisajísticos o conceptuales. Sus esculturas verticales, como Azul oteando, recuerdan a las figuras humanas, con sus dos piernas, tronco y una fina cabeza constituida por una larga barra o cilindro. Pero también recuerda a una fuente, construida por una serie de elementos geométricos, y un tubo superior por donde saldría el agua. Las esculturas están compuestas por formas geométricas puras que se colocan unas encima de otras y que crean ritmos a base de las diferentes medidas y proporciones, las diferentes formas y módulos y a la postre, estos ritmos son los que dan unidad a la pieza.
Miquel Navarro también incorpora en Azul oteando otros elementos de la tradición más moderna, como el azul con el que pinta la escultura, en vez de dejarla con el color del material, como normalmente han hecho los escultores del siglo XX, con la intención de resaltar las cualidades del material empleado. Navarro, del mismo modo que Yves Klein, pinta su escultura de azul con la idea de dar un valor estético novedoso a la obra.