La obra de Pamen Pereira está estrechamente vinculada con el paisaje, la naturaleza y lo transcendente, siempre bajo una perspectiva poética y simbólica. Desde mediados de los 90 comienza a incluir en sus trabajos el humo y en su forma de fusionarlo con la materia encuentra una de las vías que caracterizarán su producción posterior.
«De vuelta a mi estudio después de una intensa experiencia vital en el continente antártico, reflexiono sobre cómo leer la forma interior de un paisaje que exhibe simultáneamente todas las oposiciones, congelación-ebullición, visible-invisible, luz y oscuridad (debajo de esa gruesa capa de hielo que alcanza los 3 km de espesor hay una importante masa volcánica activa); el reto era acercarme a su estructura interna, a su dinamismo y a su resonancia».
(Pamen Pereira, Ribarroja del Turia, 2006)
«Testigo en ese mundo de los hielos y las aguas profundas, no sé cómo explicar el atractivo que este lugar tan extremo y desafiante tiene para mí. Antártida, salvaje, romántica, temperamental, inaccesible a veces incluso a sí misma, sin medida y, en ocasiones, cruel y desorbitada, todo esto para lo bueno y para lo malo. Es una satisfacción cuando uno se encuentra con su verdadera naturaleza, que juzga a veces tan injustamente, y se atreve a reconocer que en el fondo no hay nada inaceptable.
Ahora he comprobado que el corazón de la Tierra late fuerte debajo del abrumador abrigo blanco, que la Luna también surca esos mares, que los glaciares son poetas de la luz y del aire. Es el lugar idóneo que acompaña ese hielo que arde dentro de nosotros que, a veces, nos purifica y, a veces, nos consume. Esta obra está realizada con fuego sobre papel y recubierto de una capa de parafina que parece congelarlo».
(Pamen Pereira, Base Antártica Eperanza, febrero, 2006)