En ella hay dos lecturas escultóricas posibles: la primera es la propia forma del monolito con sus cualidades de forma, tamaño y materia; la segunda son las incisiones que transforman la superficie de la pieza en un dibujo de cinco caras (las cuatro laterales y la superior) que, de este modo, adquiere un aspecto tridimensional. Estos dibujos dan sentido y unidad a cada uno de los lados, y convierten al monolito en un nuevo espacio volumétrico; una escultura dentro de otra escultura.