Se trata de una donación que el propio Xaime Quessada realizó en el año 2004 a la Colección. La pieza nos recuerda sin lugar a duda a la más destacada obra del maestro del cubismo, el Gernika de Pablo Picasso.
Se trata de una donación que el propio Xaime Quessada realizó en el año 2004 a la Colección. La pieza nos recuerda sin lugar a duda a la más destacada obra del maestro del cubismo, el Gernika de Pablo Picasso.
Se trata de una donación que el propio Xaime Quessada realizó en el año 2004 a la Colección. La pieza nos recuerda sin lugar a duda a la más destacada obra del maestro del cubismo, el Gernika de Pablo Picasso.
En él, las figuras se descomponen en planos, alejándose de las representaciones realistas y transmitiendo a través del lenguaje de las vanguardias. La ausencia de realismo no implica en absoluto una pérdida para el mensaje, puesto que el artista consigue crear una escena que sin duda resulta dramática. Para conseguir aumentar esta sensación el artista también se vale del color. Como es habitual entre los cubistas, se aplica de una forma bastante plana, aunque Quessada en este caso si que apuesta por aumentar los contrastes y degradados en algunas zonas con tonalidades rojizas a negras.
Todas estas figuras se agolpan en un espacio neutro pero muy geometrizado, lo que genera una sensación de caos absoluto en la que a veces no se puede vislumbrar donde acaba una figura y empieza otra. Sin embargo, en este caos nos encontramos con una cuidada composición triangular que iría desde la cabeza del caballo hasta la cabeza y los pies de los personajes de la parte inferior del lienzo.