La obra El estudio del artista refleja la crisis vivida por el pintor en 1986. Por aquellos tiempos, Baixeras vivía agobiado por la conexión de su estudio con su casa particular, que le suponía continuas interrupciones por parte de su familia y poca libertad de movimiento, por tratarse de un espacio muy reducido para desarrollar los grandes formatos que quería poner en marcha. Su amigo el serígrafo Paulino Seisdedos relata esta crisis: "el tema del ofuscamiento que le producía tener el estudio junto al piso vivienda y comunicado le preocupaba. Su problema eran las interrupciones que sufría en su trabajo, debido a las entradas de los familiares. Decía: ¿pinto en casa o vivo en el estudio?".
La obra está realizada con cinco pantallas de seda y cinco tintas serigráficas. Refleja una espiral gris que envuelve un ambiente y atrapa a un personaje deformado, similar a un demonio que aparece acompañado por distintos objetos, representados en positivo, con los colores primarios. De este modo, el artista sugiriere la angustia que le genera el estar encerrado en su propio estudio y absorbido por aquello que le rodea.