La obra de César Otero está basada en la figuración, dentro de la cual destaca la figura humana. En este ejemplo el artista realiza un retrato femenino silueteado de perfil, con un trazo de líneas blandas y sinuosas en rojo, y sobre el que superpone detalles destacados del rostro femenino como son los labios y los ojos. Estas partes sensoriales, se disponen desordenadas por la obra, dibujándose sobre rectángulos de color amarillo plano. En esta serigrafía, Otero parece proponer un juego al espectador, que debe reconstruir la imagen a partir de las piezas desordenadas que conforman el puzzle. El empleo de colores planos, puros y muy contrastados, remiten al movimiento pop, que sin embargo es asimilado por el artista para crear su propio lenguaje.