La pintura abstracta de Marina Olivares, se basa en la desintegración del color y de las formas, para crear así, fascinantes paisajes abstractos. Esta pieza combina amarillos, blancos y grises, aplicados en gruesas pinceladas, que confieren gran plasticidad a la obra. Matisse y Rothko son sus principales influencias. Del primero toma su concepción del color y del segundo, su tratamiento de las grandes superficies. Estas «sensaciones de color» esconden el mundo de la artista, imágenes de lo físico o paisajes de su propia interioridad.