Estas tres serigrafías forman parte de un momento pictórico de Xaime Cabanas, en el que amalgama todas sus etapas anteriores: poscubismo, expresionismo, abstracción, informalismo, tradición, pero con una reinterpretación iconográfica propia. El mundo de los iconos y de los símbolos es muy importante para Cabanas, por este motivo les otorga una gran presencia gráfica. Los elementos que representa son variados y abarcan diferentes ámbitos, desde los petroglifos, a la iconografía nórdica o las marcas de cantero, entre otros. El artista pretende con esta simbología, hacer referencia a la vida y la muerte, la creación y la destrucción, la fertilidad, el caos, todo un mundo de evocaciones intimistas, donde no faltan las alusiones al mar, tan presente en su vida cotidiana.
Sus obras son empastadas, de materia densa, donde se aprecia un laborioso trabajo de investigación pictórica y en las que se decanta por un esquematismo sintético, propio de la improvisación del natural. En ellas intenta crear impactos visuales, jugando con diferentes texturas y con técnicas mixtas. Los temas representados son muy comunes en su obra: en dos de ellas plasma el tema del mar, mediante las siluetas de un barco y una barca. En la otra aparece un bodegón, con un porrón y una taza. En las tres las formas han sido sintetizadas, realizándolas mediante trazos sueltos y amplios, de color negro y rojo, que se destacan sobre un fondo ocre, totalmente plano. Con estos contrastes cromáticos consigue impactar visualmente.