Estudió pintura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Oporto (ESBAP), donde imparte docencia desde 1962. En su actividad pictórica, Sousa siempre ha mostrado un especial interés por la depuración formal, en ocasiones reinterpretando temas clásicos de la historia de la pintura, como puede ser el retrato o el paisaje, y en otras, escogiendo elementos sueltos para experimentar con colores y formas.
A mediados de los años sesenta, realiza esculturas que recortan el espacio en diferentes planos y se vuelven maleables y susceptibles de manipulación por parte del espectador. Entre 1967 y 1968, asistió en Londres a la St. Martin’s School of Art y a la Slade of Fine Art. Aquí compartió con los artistas de su generación el redescubrimiento del cruce de la película y la fotografía como soporte de sus obras. En ellas se percibe el lenguaje utilizado a partir de mediados de la década de los sesenta como propuesta innovadora.
Sus telas tienden, desde principios de los años setenta, a la monocromía, aunque acentúan los valores de la perspectiva. Ângelo le imprime a sus cuadros una dinámica de variaciones tímbricas que, unida a los efectos de transparencias, llevan al autor a definirse en tono irónico como «expresionista sublimado».
Desde el año 1959, ha expuesto incesantemente, tanto de forma individual como colectiva, y su carrera se ha visto premiada en diversas ocasiones: en 1972 con la Mención de Honor del Premio Soquil; en 1975 con el Premio Internacional (ex- aequo) de la XIII Bienal de São Paulo, Brasil; en 1986 consiguió el Premio de Pintura de la III Exposición de Artes Plásticas de la Fundación Calouste Gulbenkian, y en el 2000 el Premio EDP de Pintura.