Carlos Maside

Pontecesures, Pontevedra  1897 -  1958

Nació en Cesures en el seno de una familia humilde que se dedicaba a vender tejidos y encajes de Camariñas. Su padre era un personaje popular debido a las iniciativas culturales que impulsaba con entusiasmo. El ambiente artístico que se respiraba en la casa seguramente influyó en el joven Maside que, desde muy niño, asistió a las clases de Bernardo Cordelo. Viendo que tenía gran habilidad, sus padres lo matricularon en la Escuela de Gende y Trasmonte de Padrón, donde coincidió con Manuel Antonio, uno de sus grandes amigos.

Cuando tenía quince años, murió su padre, por lo que la familia se trasladó a vivir a Santiago de Compostela. Debido a la precariedad que padecían, el joven Maside entró a trabajar de mozo en una casa comercial de Vilagarcía de Arousa. Allí escuchó la conferencia de Castelao, Algo acerca de la caricatura, que le influyó notablemente, despertando en él la conciencia sindical.

Viajó a Madrid para cumplir el servicio militar. Esta circunstancia la aprovechó para visitar museos e introducirse en el mundillo literario y cultural. Volvió a Galicia en 1918 y empezó a colaborar en la revista Vida Gallega. Este fue el principio de una larga trayectoria como colaborador en multitud de periódicos, predominantemente de izquierdas, como El Pueblo Gallego o Nueva España.

Desde 1920 vivió de forma bohemia, a caballo entre Santiago de Compostela y Vigo. En 1923 inició su colaboración con el periódico Faro de Vigo donde realizaba viñetas críticas con la dictadura de Primo de Rivera. Se reunía con Dieste y Manuel Antonio en Santiago, con los que compartía revistas literarias y artísticas en un ambiente distendido. A ellos se les unieron Constantino Candeira, Xesús Bal, Valentín Paz Andrade, Lucho Bouza y Felipe Fernández Armesto.
Se trasladó a Vigo en 1925 para trabajar en El Pueblo Gallego, junto con Dieste y Manuel Antonio, que era corresponsal en Rianxo. También se relacionó con Castelao y otros miembros de la Xeración Nós. Viajó a París en septiembre de 1926 para estudiar pintura y grabado gracias a una beca que le otorgó la Diputación de Pontevedra. En 1928 se la concedieron de nuevo, pero esta vez para estudiar sin salir de España, por lo que regresó a Madrid durante cuatro años. Allí acudía con frecuencia a las tertulias del café de La Granja del Henar con Souto, Laxeiro y Dieste.

En 1930 formó parte de la redacción de la revista Nueva España, fundada por Ortega y Gasset. Este mismo año realizó su primera exposición individual en la Asociación Gallega de Amigos del Arte. Ante la falta de éxito decidió destruir todos los cuadros. Fue acusado de simpatizar con el Manifiesto Republicano, por lo que el 15 de diciembre de 1930 ingresó en la Cárcel Modelo de Madrid. No llegó a ser encausado y salió en libertad a primeros de 1931.

Volvió a Santiago de Compostela y retomó sus colaboraciones en prensa. Asistía asiduamente al Café Español donde se reunía con Ánxel Fole, Álvaro Cunqueiro o Eiroa, entre otros. Ingresó como profesor en la Escuela Elemental de Trabajo de Santiago de Compostela en 1933. Ese mismo año consiguió la plaza de profesor de dibujo e impartió clases primero en el colegio subvencionado de A Estrada y después en el Instituto de Noia. Su labor docente se vio interrumpida en 1937 debido a que fue cesado como profesor e inhabilitado para ejercer la docencia en cualquier centro de enseñanza y participar en actividades culturales. En 1935 pasó por una crisis personal debido a los acontecimientos que ocurren en Europa, su mala salud, las enfermedades de familiares y la ruptura de su noviazgo con Maruxa Vázquez, con la que llevaba cinco años de relación. Su pesimismo puede apreciarse en sus viñetas y en la correspondencia particular que mantiene en esta época.

Su labor de periodista acabó en 1936, año en que recibió la primera penalización. A pesar de su delicada situación durante la Guerra Civil, no pensó en exiliarse y regresó a Santiago, donde vivió durante algunos años en su casa-estudio de la Rúa do Vilar. En 1943 alquiló un pequeño estudio en Vigo, donde pasaba temporadas en las que conversa con Plácido Castro, Laxeiro, Mario González y Antonio Sevillano. En 1950 fue nombrado director artístico de la editorial Galaxia. Durante el verano de 1952 pasó una larga temporada en Combarro. El paisaje y sus gentes le asombraron tanto que no dudó en coger sus bártulos y reflejarlos en sus lienzos. En julio de 1957 la enfermedad que padecía desde hacía años se agravó y tuvo que ser intervenido quirurgicamente. Murió al año siguiente en Santiago de Compostela.