Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Ourense (1971), en el Taller M. Raba en Madrid (1972) y en la Escuela Massana de Barcelona (1973). En 1980 obtiene una beca del Ministerio de Cultura.
Autor dotado de una profunda conciencia reflexiva, utiliza la madera como material protagonista en su escultura. En un primer momento, su obra se relaciona iconográficamente con las raíces de la antropología rural gallega, que descontextualiza y vuelve más subjetiva. Su principal inspiración es el instrumental autóctono mezclado con referencias directas al trabajo manual. El resultado son esculturas sólidas, de volúmenes firmes y formas dinámicas, donde predomina la visión frontal y con claros referentes al mundo agrícola y al marinero.
A mediados de los años ochenta, su relación con el grupo Atlántica hace que las referencias objetuales y conceptuales de su escultura cambien. Comienza una reflexión en la que los ensamblajes se abren a multitud de formas. Combina la madera con materiales como cuerda, alambre de cobre, cartón, etc. El volumen pierde protagonismo. Ya no trabaja desbastando la madera, sino que construye formas a partir del ensamblaje con otros elementos, otorgando a la pieza cierto aspecto de fragilidad.
Para estas creaciones reúne y selecciona materiales que luego utiliza cuando quiere resaltar color, forma o intensidad. Integra el color parcialmente sobre la madera o añadiendo nuevos materiales, dotando la pieza de mayor carga poética y provocando distintas lecturas de una misma imagen. Materiales como trozos de tela y cuerdas le sirven para introducir tensiones y crear dinamismo. A la manera de Calder, utiliza las sombras de los alambres para ir más allá del tradicional ámbito de la escultura.
En la década de los noventa nos encontramos con la producción más madura del artista. Ahora juega constantemente con los límites de la escultura en un sentido orgánico. Recurre a la pequeña escala en la que se revela como dominador del gesto mínimo y el esbozo.
Basallo siempre vuelve sobre ideas anteriores que va resolviendo conforme va adquiriendo nuevos conocimientos. De este modo, se establece en el criterio del artista una compleja escala de valores donde las obras pasan por diversas cribas antes de salir del taller. La duda y la férrea crítica consigo mismo son dos de las constantes de su trabajo. Las obras parecen rápidas, casi un encuentro casual, y, sin embargo, suelen ser el fruto de minuciosas rectificaciones, matices casi imperceptibles pero determinantes.
Agrupa sus obras en familias bajo criterios de proximidad estilística o referencial (posibilidad de balanceo, cercanía formal con los insectos u objetos cotidianos, etc.) y que actúan como muestrario de posibilidades y pensamientos.