Aunque su profesor de bachiller Ramón Peña lo animó para que iniciara su carrera artística, no fue hasta su etapa universitaria cuando Moldes encaminó su trabajo hacia el campo de las artes plásticas. Tras comenzar los estudios de Ingeniería de Caminos en Madrid los abandonó para iniciar Arquitectura, carrera que terminó en 1971. En la capital trabajó en el Taller de Forja de la Escuela de Artes y Oficios, y entre 1968-1970 asistió a los debates artísticos entorno a la abstracción y la nueva generación encabezados por Gordillo y Pérez Villalta. Desde finales de los setenta y hasta comienzos de los ochenta colaboró con la revista Vagalume, década en la que se integró en el colectivo Atlántica, y en el que participó hasta 1986.
Interesado en el Expresionismo Abstracto Americano, su pintura figurativa comienza siguiendo la influencia de Bacon, para evolucionar posteriormente hacia una obra rica en referentes locales que conjugan la tradición gallega con la modernidad. En sus primeras obras las figuras gozan de una definición que se diluye en ejemplos posteriores a la vez que los colores pierden brillo. La influencia del expresionismo se traduce en pinceladas veloces y gestuales, mientras la obra de Bacon lo empuja hacia una figuración distorsionada que se hace especialmente elocuente en las figuras humanas.