La evolución artística de Granell se desarrolla profundamente condicionada por las intensas y dramáticas experiencias personales. Iniciada en su juventud en Compostela, su formación está marcada por el aprendizaje con el pintor Camilo Díaz Baliño. Durante la guerra civil es víctima de la represión, siendo detenido en 1937 y condenado a muerte, una pena después conmutada. Permanece en prisión hasta 1942. En este período, y encarcelado en A Coruña, realiza una obra de enorme singularidad, marcada por un onirismo surrealista muy personal de gran fuerza lírica y cromatismo vivo que refleja una actitud esperanzada en medio de su dramática situación.
Tras su puesta en libertad en 1942, Mario Granell empieza a realizar murales y dibujo publicitario para subsistir, trabajando, por ejemplo, para la empresa Fraga en Vigo. En general, en los trabajos de estos años podemos percibir afinidades con el mundo formal del movimiento renovador, por ejemplo, con ciertas obras de Arturo Souto o incluso de Laxeiro. Destacan también sus colaboraciones como ilustrador en carteles y en la prensa; ahí están sus viñetas para el periódico compostelano La Noche o las ilustraciones para revistas como la literaria Alba, que dirigía en Vigo Ramón González-Alegre.
Desde el punto de vista artístico, Mario Granell alcanza su plenitud en el período que comienza con su marcha a Venezuela en 1957, donde refuerza su amistad con el poeta Celso Emilio Ferreiro. En América trabaja como diseñador gráfico al tiempo que su pintura adquiere una solidez plástica y un lenguaje propio teniendo como referente el surrealismo. En su obra la visión surrealista se pone frecuentemente al servicio de experiencias personales y políticas. La relación personal con el contexto cultural es una constante en su obra, pudiéndose percibir también alguna confluencia con cierto surrealismo americano como el de Wifredo Lam o incluso el de su hermano Eugenio Granell.
Mario Granell crea un estilo de un cromatismo nítido y de una planimetría espacial poblada de seres y objetos, que delata en ocasiones la influencia del ambiente tropical. La idea del encuentro, frecuente en el artista, es elaborada a partir del mecanismo surrealista de los misterios que provocan extrañas confluencias, pero la carga vivencial y social de los temas tratados tampoco puede pasar desapercibida.
Su regreso a Galicia se produce en 1981 y muere en Vigo diez años después.