Nace en Viveiro, vive de niña en Galicia y después se traslada con su familia a Avilés, donde comienza a pintar. En 1922 se matricula en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Termina Bellas Artes en 1926 y ese mismo año consigue una beca de la Diputación de Lugo. En 1927 empieza a colaborar en la Revista de Occidente y realiza su primera exposición. Entabla amistad con Ortega y Gasset, Rafael Alberti, Luis Buñuel, Miguel Hernández y Federico García Lorca. Más tarde viaja a París, toma contacto con el surrealismo, de la mano de André Breton y Paul Éluard, y celebra una exposición, muy elogiada por Picasso y por Breton.
En 1933 vuelve a Madrid. El artista uruguayo Torres García la incluye en el grupo de arte constructivo. Desde 1934 participa en las Misiones Pedagógicas y en esa época conoce al sindicalista gallego Alberto Fernández. Al estallar la guerra civil ambos deciden marcharse a Lisboa, desde donde ella coge un barco con destino a Buenos Aires.
En el exilio da conferencias, diseña tejidos y muebles, y su obra se transforma por influjo de la nueva realidad americana. Sus intensos retratos de raíz étnica de las décadas de los cuarenta y cincuenta son buena prueba de estas influencias, como también lo son sus máscaras, que recuerdan los ritos de religiones sincréticas americanas. Este tipo de obras son parte de una particular serie de retratos femeninos, que están entre lo más logrado de su producción. Los trazos surrealistas, que ya se aprecian en los inicios de su trayectoria durante los años treinta, reaparecen con un sentido diferente, más orgánico y vitalista, ligado, sin duda, a la experiencia americana.
Expone por toda América (Brasil, Uruguay, Chile, EE. UU., etc.), pinta murales y gana en 1948 el primer premio de la XII Exposición de Nueva York. En Buenos Aires conoce a Luis Seoane, Lorenzo Varela y Blanco Amor. En 1945 visita la Isla de Pascua con su amigo Pablo Neruda. En 1961 decide regresar e instalarse definitivamente en Madrid. En 1975 la galería Ruiz-Castillo de Madrid le dedica una exposición antológica, y el CGAC, otra en 1993.