Colección Bibliográfica

El inventor

La figura de Johannes Gutemberg aparece indiscutiblemente ligada a la invención de la imprenta, aunque su nombre no conste en ninguno de los primeros impresos realizados con tipos móviles. Joahann Gensfleish zun Gutemberg nace en Maguncia. La vida del inventor es en gran parte un misterio, no dejó ningún escrito personal y lo único que se conserva son los documentos legales sobres sus pleitos por deudas. Lo que parece indudable es que conocía muy bien los textos xilográficos en «bloque», la impresión en bloque empleada desde finales del siglo XIV para la realización de calendarios, naipes, donatos, y las conocidas como Biblias de los Pobres. Parece que durante una serie de años residió en Estrasburgo donde comenzó a desarrollar su idea, fundir letras sueltas que combinadas permitirían formas palabras y que además podrían ser utilizados una y otra vez.

Con seguridad, la talla de punzones, la aleación de metales y los modelos de fundición no le eran ajenos. A su vuelta a Maguncia, la ayuda económica que le proporciona su asociación con Johan Fust y Peter Shöffer le permiten pasar a la práctica. Aunque no es fácil seguir su trayectoria, lo que es indudable es que conocía los proyectos de imprenta llevados a cabo con anterioridad en Holanda y que se esmeró por trabajar en un nuevo arte consiguiendo transformar la impresión en bloques, empleada, como ya hemos dicho, en naipes, en los famosos -Donatos-, gramáticas muy populares y extendidas, y calendarios, en la impresión de tipos móviles, fundidos individualmente.

La escasa documentación que respalda la vida y la obra de Gutenberg apoya la idea de que la gran obra por la que es conocido, la Biblia de 42 líneas, «Biblia de Gutenberg», se debió terminar en 1456, época en que sus desavenencias con sus socios Fust y Shöffer eran ya patentes y la sociedad debía esta ya disuelta. De la Biblia de 42 líneas se imprimieron 180 ejemplares de los que sólo se han conservado 48. Está documentado que en 1458 el impresor no podía hacer frente a los intereses de los préstamos que había conseguido en sus años de estancia en Estrasburgo. En el colofón del Salterio de Maguncia, 1457, sólo aparecen citados Fust y Shöffer, nada se dice de Gutenberg. En el colofón del Catholicon de Balbus, 1460, vuelve a ocultarse el nombre del impresor, como había ocurrido en la impresión de la Biblia de 42 líneas. Ferdinand Geldner, quizá uno de los más expertos estudiosos de los incunables, aventura la hipótesis de que tras el texto, ambiguo y misterioso, del colofón del Catholicon se oculta el nombre de Gutenberg.

Es probable que Gutenberg, dadas las dificultades económicas y de todo tipo que le sobrevinieron, no llegase a darse cuenta de la enorme repercusión que su empeño iba a tener en su misma época y en los siglos siguientes. Hay que pensar que la imprenta, tal y como él la concibió, en su concepción básica, se mantuvo casi inalterada durante cuatro siglos, hasta el momento de su mecanización y la invención del papel continuo.