Viola ve la abstracción como una elevación de las formas estéticas hasta el grado necesario en que se despojan de toda carga material. De este modo, lo único que queda es la belleza más pura, desnuda de materiales extraños. Las obras que realiza en esta época, son plenamente informalistas. Practica una abstracción espontánea siguiendo el principio de negación de la forma. En este cuadro podemos observar cómo el artista deja el fondo en penumbra para lanzarnos a los ojos una energía procedente de la noche. Destaca la luminosidad y el brillo de los naranjas y los blancos, que arrastra con violencia, en contraste con el fondo neutro y oscuro. Utiliza una pincelada suelta y dinámica, con una alta densidad de pintura en cada brochazo, aplicado con la fuerza gestual que lo caracteriza.