Esta imagen pertenece a una serie en la que las imágenes de animales, sirven al autor de punto de partida para la reflexión filosófica sobre el ser imaginario y la bestia, como mitos abstractos. Se trata de una exploración sobre la naturaleza de los objetos. Sobre un fondo blanco, espectral, coloca dos elementos que rara vez se llegan a tocar. Por una parte aparece un elemento animal, procedente de la taxidermia, por lo tanto fronterizo entre la vida y la muerte, y por otro un objeto de origen industrial o artesanal, aludiendo al hombre de una manera indirecta. El ojo, establece relaciones automáticas entre ellos, de la misma forma que el autor une a estos dos elementos bajo criterios intuitivos. La obra de Vilariño constituye una incursión creativa en lo imaginario, sobre el objeto y el animal, sobre el espacio y el vacio, sobre el ser y el no ser. Estas imágenes, desprenden cierta nostalgia romántica, la propia de los relatos literarios decimonónicos y de los manuales de ciencias naturales, que no pretendían ser en ningún momento un calco de la realidad. Todos este universo visual, repleto de fantasmas, se traslada a la pulcritud técnica de la fotografía.