Es el último de los dibujos de la serie de paisajes de Betanzos, anterior al fallecimiento de su mujer. Concentra la atención en el árbol de la derecha, realizado con minuciosidad, que aporta verticalidad a la composición. Todo lo demás, está realizado con un trazo rápido. Las casas son muy angulosas y abocetadas, y el fondo, sin apenas color, son manchas de lápiz que llegan hasta la línea de horizonte que las acota. La perspectiva está lograda mediante la disposición de las casas, que se asoman a una cuesta de pendiente muy empinada, y que constrastan con la subida de la colina que se ve en el fondo. En primer término, y realizados de modo muy esquemático, sitúa una mujer con una cesta en la cabeza, que lleva a un niño de la mano.