Boceto para la escultura del Padre Feijoo

Brocos presenta al padre Feijoo como un filósofo al modo clásico, pensieroso, basándose para sus rasgos físicos, representación muy verista, en el conocido grabado de Antonio Palomino que encabeza la edición de 1776 de su Teatro Crítico Universal. Del propio Brocos se conserva un medallón en barro cocido (A Coruña, 1882), posiblemente para figurar en el pedestal de la estatua, donde el filósofo aparece como un héroe al modo clásico, flanqueado y coronado por una victoria y una musa.

  • Isidoro Brocos
  • 1912
  • Escultura
  • Barro cocido
  • 68
  • 31,5 x 12,5 x 11 cm
  • Colección de Arte ABANCA

A diferencia de sus estatuillas domésticas, esta obra tiene, pese a su reducido tamaño, una clara vocación monumental y está pensada, como solía ocurrir en el siglo XIX, para generar en torno a ella un espacio urbano y levantar sobre su pedestal la figura paradigmática de un personaje regional y universal. Forma parte de la serie de estudios preparatorios realizados en su taller de Santiago poco antes de su marcha a A Coruña de la mano del entonces arquitecto provincial y presidente de la Real Academia de Bellas Artes Faustino Domínguez Domínguez.

La idea de levantar una estatua al padre Feijoo, uno de los más ilustres hijos de Galicia, no era nueva entonces, pues ya desde hacía veinte años venía reclamándola Murguía. Fruto de ese empeño fue la estatua en mármol del escultor Sanmartín para la Biblioteca Nacional de Madrid, y sus intentos, a través de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, para que se erigiese una «en bronce… en medio de la gran plaza del Hospital de Santiago», algo que no fue posible realizar. Es muy probable que el propio Murguía animara también a Brocos a presentar sus bocetos a las autoridades orensanas, comprometidas en un proyecto similar. El Anunciador de comienzos de 1881 informa de la visita, al taller compostelano del artista, de Faustino Domínguez Domínguez, quien queda gratamente sorprendido por la idea de Brocos para el monumento orensano y da toda una lección de cómo se debe analizar una escultura con los criterios de decoro de entonces: distingue «una actitud noble y natural, una expresión propia del sabio personaje que representa, gran corrección en los perfiles, y brilla en el conjunto cierta idealidad majestuosa...».

«La cabeza de la estatua, ligeramente inclinada hacia el hombro derecho, expresa la actitud de meditar o de combinar los pensamientos que la pluma, sostenida por la mano derecha, ha de trasladar al libro, que con inteligente naturalidad aparece apoyado por la mano izquierda. Esta disposición, que revela en el Sr. Brocos un conocimiento completo de las cualidades del eminente Feijóo, parece hallada sin esfuerzo por el artista, seduce por su belleza y reposada sencillez, y reúne todo el atractivo de una obra maestra brillantemente concebida y felizmente realizada».

Brocos presenta al padre Feijoo como un filósofo al modo clásico, pensieroso, basándose para sus rasgos físicos, representación muy verista, en el conocido grabado de Antonio Palomino que encabeza la edición de 1776 de su Teatro Crítico Universal. Del propio Brocos se conserva un medallón en barro cocido (A Coruña, 1882), posiblemente para figurar en el pedestal de la estatua, donde el filósofo aparece como un héroe al modo clásico, flanqueado y coronado por una victoria y una musa.

Finalmente Brocos, gran lector y admirador de la obra del ilustre benedictino, no logró llevar a cabo su proyecto y en Ourense se optó por la obra del escultor catalán Juan Soler y Dalmau.

José Sousa Jiménez/ Fernando Pereiro