Como es costumbre en sus representaciones neoyorquinas, la temática principal son las aceras y lo que en ellas ocurre, representando la suciedad de la calle de una gran ciudad, con una paleta de colores en la que predominan los ocres y marrones. En esta obra resalta los papeles que hay tirados en primer término con un color blanco muy luminoso que contrasta con el cromatismo neutro del resto del cuadro.