En esta acuarela representa uno de los paisajes urbanos que tanto le gustaban a Lloréns. Fue realizada durante su estancia en Brujas (Bruselas), en un viaje que realiza estando pensionado en Roma. Esa época fue poco productiva para el artista, ya que el tiempo era muy malo casi a diario, y los paisajes eran muy grises y no despertaban en él un interés especial para representarlos. Representa, en primer término, un carruaje de caballos, estáticos y reproducidos de un modo muy esquemático y geométrico. Como fondo del dibujo, un palacio medieval de la ciudad de Brujas, con su arco de entrada apuntado remitiendo al gótico flamígero del norte de Europa y con las ventanas del mismo estilo. El dibujo está realizado a lápiz, marcando las formas y siluetas, que son rellenadas por los colores de la acuarela.