Washington Barcala ejecuta una pintura a partir de materiales humildes como fragmentos de tela, hilos, cartón, papeles, recortes de prensa, varillas de madera en su estado natural o pintadas. Estos retales son una interpretación muy particular de los collages, técnica que demuestra dominar a la perfección, y que, a pesar de su aspecto improvisado, todo en sus composiciones está exquisitamente calculado. Es precisamente este orden y equilibrio lo que nos permite hablar de “ordenaciones”, tal como designaba Barcala al grueso de su producción pictórica.Su obra habla del mundo que lo rodea, de su propia experiencia y del conocimiento absoluto del arte de vanguardia, si bien tratado con espíritu libre, a modo de testimonio vital llevado al lienzo. En sus collages sintetiza ciertos rasgos constructivistas con el informalismo y el expresionismo, e integra textura, mancha y gesto, atributos todos ellos del quehacer pictórico, dando lugar a una sutil ordenación espacial de humildes retazos, los “despojos de la existencia”.La obra Cabeza dibujada y otra en construcción pertenece a su etapa más fructífera y valorada, en la que hace uso de materiales sencillos y humildes, como el cartón, las telas e hilos, las imágenes impresas y varillas de madera, sin apenas valor intrínseco, pero tratados con coherencia poética. Junto a estos materiales que convencionalmente tildaríamos de deshechos, convive el dibujo y el trazo caligráfico, y destaca como elemento figurativo una misteriosa cabeza negra que en sus últimas obras reaparece constantemente como alusión a la enfermedad que padeció en sus últimos años de vida, en un anuncio de la que sería la propia muerte del artista.
Pese a la sensación de densidad matérica sobre el lienzo, cabe señalar que los ideales del arte clásico están presentes a la hora de afrontar la composición, distribuida de acuerdo con criterios de orden, geometría, equilibrio y ritmo.Emplea un lenguaje austero que respira un sinfín de referencias culturales y visuales ─los collages de Schwitters, el constructivismo de Joaquín Torres García, el accionismo expresionista o los recursos plásticos del arte matérico y povera─; y se vale, además, de inevitables referencias táctiles que nos empujan a tocar los materiales. Barcala demuestra que ha sabido asimilar el acervo del mundo artístico de vanguardia, reordenado en un lenguaje plástico particular y salpicado de un universo personalísimo.