Se podría decir, que la obra de Pérez Vicente es una amalgama de diversas sensibilidades procedentes de diferentes ámbitos artísticos, como pueden ser la pintura, la instalación o el mundo audiovisual. A partir de estas fuentes, trata de crear un arte personal, una vía alternativa alejada de las corrientes expresionistas. Para ello, combina el tratamiento, casi monocromo, de los fondos, con la línea precisa del dibujo de los objetos, personajes o escenas, que constituyen la idea imaginaria, conformando un universo íntimo. En esta obra, opta por un fondo totalmente oscuro, de tonalidad verde. El elemento fundamental, aparece destacado en blanco, representando una especie de jaula y un animal muerto, que es devorado por dos insectos. En el ángulo superior izquierdo, aparece una luna llena, caracterizada con los rasgos físicos de una persona. Pérez Vicente, presenta la realidad como algo inconcluso, y realiza observaciones del vacío que logran transportarnos fuera del tiempo. Su propósito es crear nuevas interpretaciones de los objetos, a partir de la descodificación de sus significaciones originarias, aspecto que consigue con la concreción de un nuevo espacio mental.