Una vez más Lloréns capta el paisaje de las rías gallegas desde una de sus orillas. De ahí se deriva la composición en registros, donde alterna la tierra con el mar y el cielo. Se crea así un juego de colores, combinando los tierras y verdes con los tonos azules de la ría y del cielo. Este luminoso paisaje, resulta lúdico como la estación estival, especialmente al incluir en él elementos accesorios como el animal del primer término o el pequeño velero que surca las aguas del estuario.