Construcción vacía con formas lentas

Con sus formas Oteiza busca activar un espacio, pero, al mismo tiempo, busca su quietud – al aislarlo-, de ahí el titulo de esta pieza. Consigue el silencio -de hecho se le ha llamado el maestro del silencio-, lo que permite comprender su verdadera dimensión.

  • Jorge Oteiza
  • 2001
  • Escultura
  • Escultura en bronce
  • 1808
  • 27,5 x 46 x 31 cm
  • Colección de Arte ABANCA

El espacio es el verdadero protagonista de obras como esta. Aquí, Oteiza ha creado dentro de su estructura un lugar para un vacío que normalmente no somos capaces de apreciar. Trabaja sobre un espacio atemporal, que aísla del movimiento de la vida y la naturaleza mediante sus esculturas, y la confiere un sentido metafísico en el que desaparecen la expresión y el ruido. Con sus formas Oteiza busca activar un espacio, pero, al mismo tiempo, busca su quietud - al aislarlo-, de ahí el titulo de esta pieza. Consigue el silencio -de hecho se le ha llamado el maestro del silencio-, lo que permite comprender su verdadera dimensión. Oteiza fue un artista que se movió con los ideales eternos del arte, los más clásicos, indagando en los valores verdaderos de la naturaleza, aquellos que no son víctima del efecto de la expresión momentánea. Oteiza no juega con las formas, sino que si búsqueda es mucho más trascendente y va unida a los valores que quieren transmitir.

Piezas como Construcción vacía con formas lentas son el resultado último de una investigación que, tratando de ser coherente con sus ideales artísticos y espirituales, le llevó a abandonar la escultura. El propio artista explicaba esta decisión en los términos siguientes: "Mi escultura terminó en 1958-59. De haber perseguido las finalidades habituales de la belleza, expresión, comunicación, denuncia, testimonio yo hubiera continuado con mi escultura como los demás. Al terminar y analizar el proceso de mi escultura, me di cuenta de que mi objetivo fundamental había sido dominar mi inseguridad personal, mis miedos, mis limitaciones, por una serie de pactos de imagen con el exterior, al que he definido como totemismo estético. Me ha parecido comprender que el hombre en los momentos de mayor desamparo, ha procedido así, que nuestro artista prehistórico, el arte de nuestros santuarios, es de esa naturaleza, es un arte de protección, de formación del hombre... capaz de neutralizar la agresividad de expresión y cinetismos del mundo exterior y de controlar y dominar audiovisualmente el espectáculo espacial. El resultante de este arte es el hombre en conocimiento estético, seguridad y dominio exterior". 

Texto extraído de: GARCÍA LUSA, S. (coord) (2008) Colección Arte XX, Museo de Bellas Artes de Bilbao [p.110]