El trabajo de Chafes como escultor se basa principalmente en experiencias con hierro, trabajado sin fundir, martilleando, soldando, brocando y juntando piezas de metal en su forja. El tamaño de las esculturas nunca exceden un tamaño medio para facilitar tanto el contacto físico directo como el confrontamiento individual con la pieza. La obra forma parte de una serie inspirada en las flores. Rui Chafes parte de la alusión poética de una flor, para construir en hierro una pieza de diseño circular en cuyo interior se ramifican tubos del mismo material configurándose un sistema complejo de significados. En ellas nos remite al ciclo vital de la naturaleza. Posiblemente sea la abstracción de una lectura de sus referentes literatos del romanticismo alemán, en concreto Los Fragmentos de Novalis que Chafes tradujo en 1992, o de Rilke. Los títulos de las piezas de este autor nos ayudan a sumergirnos en el universo nostálgico y romántico que quiere presentarnos. Otras veces los utiliza para crear un desequilibrio entre las referencias que tiene el espectador y la ausencia de utilidad práctica de la escultura. Es muy característico que dote a la pieza de una sensación ligereza y fragilidad aunque este confeccionada en hierro. Chafes contrapone la inmovilidad del materia prima a un universo de múltiples asociaciones y ambigüedad de significados, que son primordiales para el autor.