Isidoro Brocos, con ágiles trazos de lápiz, recoge apuntes de todo aquello que le llama la atención: esculturas, retratos y paisajes que encuentra en la multitud de viajes que realiza a lo largo de su vida (Paris, Roma, etc.).
En esta ocasión reproduce la obra de Miguel Ángel El esclavo moribundo, que se encuentra en el Museo de Louvre de París. Este dibujo es un boceto preparatorio de otro más completo que forma parte de la Colección de arte, en el cual la profundidad está más trabajada. En la obra aparece un joven desnudo en ligero perfil, con la cabeza inclinada hacia su hombro derecho dejando ver la parte izquierda del rostro, en el que se adivina serenidad. Su brazo izquierdo lo eleva por detrás de la cabeza; el derecho lo flexiona, descansando su mano sobre el pecho, cruzado por un estrecho paño. La pierna izquierda, rígida, descansa en el suelo soportando el peso de la figura. La derecha, flexionada, descansa sobre un bajo pedestal. La luz entra de frente iluminando la figura.
En el reverso, Brocos retrata, con unos trazos muy esquemáticos y tenues, a un hombre vestido y con un gorro, inmerso en su actividad cotidiana.