A la izquierda de la composición se sitúa la boca del pozo que da título al cuadro. La idea de Viola es asemejarla a un agujero negro, un remolino a donde va a parar toda la materia, y fuera del que no queda nada, únicamente el vacío. La tensión está creada mediante una densa pincelada centrípeta, concentrada en el pozo. El fondo, característico en este autor, es negro y brillante, intentando provocar una sensación de recogimiento en el espectador, que contrasta con las pinceladas naranjas, llenas de fuerza, movimiento, y con un resplandor que ilumina la composición, haciendo que el recogimiento de quien lo observa se convierta en una tensión infinita. Para provocar este efecto también se ayuda mediante el gran formato del cuadro, que causa un mayor impacto.