Sigue la línea de trabajo desarrollada por Antonio Murado en la última década, centrada en una reflexión sobre la pintura que abarca tanto su aspecto procesual como su capacidad significativa. Mediante un método de trabajo sistemático el artista crea grandes lienzos de tendencia monocroma con el fin de generar superficies envolventes, presentadas como paisajes abstractos generados a través de tonalidades extraídas de la naturaleza. La materia pictórica y el color natural son manipulados por un creador omnisciente que las aliena y anula con el fin de extraer de ellas la esencia de la Pintura.