Figura

No se trata, simplemente, de crear una figura sino que además hay que crear el espacio, por este motivo sus figuras pierden rigidez para doblarse y moverse. A pesar de sentir gran admiración por escultores como Julio González, Alberto Giacometti, u otros más próximos al artista, como Francisco Leiro, su escultura no es deudora de ninguno de ellos, sino que más bien tiende a aproximarse a la Antigüedad y al arte primitivo. Esta amalgama de tradición, renovación, permanencia y evolución, es la verdadera esencia de la escultura de Álvaro de la Vega.

  • Álvaro de la Vega
  • 1999
  • Escultura
  • Madera de fresno pintada
  • 196
  • 50 x 28 x 25 cm
  • Colección de Arte ABANCA

Se puede decir que la escultura de Alvaro de la Vega está, casi exclusivamente, dedicada a la representación de la figura humana. Sus imágenes adquieren vida propia y parecen aislarse en un mundo de soledad, del que se desprende una visión trágica de la humanidad. Por otro lado, el artista no busca una representación concreta de la figura humana, interesándose por captar lo abstracto. Es por este motivo, que sus figuras no poseen rasgos ni una agresividad gestual, aguardando la reacción de quien las observa, y practicando un juego de intimidación con el espectador. Suelen ser hieráticas y oferentes, y están desprovistas de carácter simbólico, ya que lo que le interesa al artista es sacarles la máxima expresividad, mediante el trabajo del volumen, la materia y la luz.

Quizás sea en sus esculturas de madera, donde mejor se aprecia esta expresividad, ya que Álvaro de la Vega transmite su propia sensibilidad en el gesto, transmitiendo a la madera un aire muy personal. Todas sus esculturas, presentan las huellas de las herramientas utilizadas en su trabajo, con lo que la figura se queda desnuda ante el espectador, mostrando una información con la que el artista nos hace partícipes del proceso de elaboración. El resultado son maderas heridas, con la huella de la transformación, elementales en sus formas hasta el punto de surgir de un simple esqueleto, de un armazón. Esta sensibilidad se desprende incluso de los materiales utilizados, los cuales tienen una relación directa con la vida del artista, la escultura unida a las vivencias del escultor. Las piezas se completan con pintura, que se convierte en un elemento más de expresión.

No se trata, simplemente, de crear una figura sino que además hay que crear el espacio, por este motivo sus figuras pierden rigidez para doblarse y moverse. A pesar de sentir gran admiración por escultores como Julio González, Alberto Giacometti, u otros más próximos al artista, como Francisco Leiro, su escultura no es deudora de ninguno de ellos, sino que más bien tiende a aproximarse a la Antigüedad y al arte primitivo. Esta amalgama de tradición, renovación, permanencia y evolución, es la verdadera esencia de la escultura de Álvaro de la Vega.