Obra de abstracción formal, donde la protagonista es la figura geométrica en sí. Consiste en un estudio de espacios, sensaciones ópticas, que nos llevan a una nueva percepción del universo, a través de un modelo de ordenación geométrica ideal. En esta década de los ochenta la geometría se estiliza y una gran variedad de polígonos crean diversas tensiones entre sí. El triángulo, el cuadrado, el hexágono, el círculo, y el huevo, presentes en esta obra, se repiten constantemente y se combinan entre sí sintonizando el origen y la vuelta de espacios nuevos, y creando juegos ópticos que descubren campos inusuales. Aquí, forma y expresión alcanzan el grado máximo de concentración y depuración, todo está medido y controlado, sin dejar nada al azar. Labra suprime cualquier elemento superfluo que le pueda restar importancia a las formas geométricas.